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El seguro de vida a término es el más simple de todos los seguros. El asegurado selecciona un monto de cobertura y define por cuantos años va a mantener la póliza. Este tiempo puede comprender desde un año, hasta 30 años. Si un asegurado elige un término de 5 años, al cumplirse éste puede verse en la necesidad de renovar la póliza, cambiarla o simplemente dejarla que se venza.
Este tipo de seguro es muy popular en casos en los que se necesita contar con protección por un tiempo determinado; como por ejemplo, cuando sus hijos son pequeños, mientras usted está pagando la hipoteca de su casa, o hasta que disponga de ahorros propios que le permitan dejar a su familia “acomodada” sin necesidad del seguro. De modo que cuando la necesidad ya no exista, usted podrá elegir no renovar el seguro, y así se ahorra el pago de las primas.
Una de sus grandes ventajas suele ser el precio, ya que como usted está comprando el seguro por un período específico de tiempo, las primas suelen ser exactamente el monto que necesita la aseguradora para cubrir el costo de su póliza y no hay cobros de más para suplir por el precio a futuro del seguro.
Aunque también tiene una gran desventaja y es que muchas las veces la necesidad de contar con la protección del seguro se mantiene indefinidamente, aunque lo haya tomado sólo por unos años. Por ejemplo, si usted adquirió un seguro por 20 años, porque pensaba que en ese tiempo ya tendría la casa pagada o sus hijos ya no serían su responsabilidad, pero se da cuenta de que al momento en que se va a vencer su seguro ninguna de las dos cosas han pasado (ya que tuvo que refinanciar su casa varias veces o nacieron chicos más tarde de lo planeado y estos aún están en casa…). Podría sucederle que después de 20 años cuando quiera renovar la póliza, el costo del nuevo seguro sea muy costoso o usted se haya enfermado y para ese entonces no sea “asegurable”.
Por lo demás, usted puede literalmente tener varias pólizas de seguros simultáneas, para que cuando se vaya venciendo una, le quede otra y así sucesivamente. Los términos más comunes de seguros de vida a término son:
La popularidad de cada tipo de seguro a término varía según las épocas. Hace unos años la póliza más popular era la renovable al año; pero ya no lo es más. Hoy día la póliza más popular es la de 20 años. Sin embargo, cualquiera de estas pólizas es extremadamente difícil y resultaría muy costosa de obtener para personas mayores de 80 años.
Existen otras pólizas a término muy comunes como las pólizas niveladas, es decir, aquellas en las que el monto asegurado no varía con el paso del tiempo. Sin embargo, unas veces los asegurados prefieren tener mayor cantidad de seguro o protección en los primeros años e ir bajando el monto de cobertura con el paso de los años; a estás últimas se les conoce como pólizas a término declinantes, porque estiman que sus propios medios financieros podrán cubrir parte de las necesidades de seguros que no pueden cubrir ellos al principio de su vida profesional.
Estas pólizas podrían comenzar, por ejemplo, con un monto de cobertura de 100 mil dólares y en el año 5 bajar a 90 mil, en el año 10 bajar a 80 mil y así seguir bajando cada tantos años de vigencia. El precio de las mismas pudieran ser menores que el de las pólizas a término niveladas.
Otro valor importante de las pólizas a término es que puedan renovarse (renewable). Si una póliza fuera no-renovable, al momento de vencerse, el asegurado tendría que demostrar que sigue siendo elegible para tener un nuevo seguro y muy probablemente debería someterse a un examen médico nuevo. Si la póliza es renovable, el asegurado se ahorra el examen médico y la posibilidad de que su salud haya desmejorado y ya no sea elegible para el mismo seguro que tenía antes, algunos años atrás cuando obtuvo el seguro inicialmente.
No hay que confundir la posibilidad de renovación, con la fijación del precio de la prima. Cuando se garantiza que una póliza es renovable, se habla de que no hay necesidad de hacer de nuevo un examen médico, pero esto no asegura, por lo general, que la prima siga costando lo mismo, ya que a fin de cuentas, el asegurado ha envejecido y por ley de vida está cada vez más propenso a morir; por tanto el riesgo de la aseguradora incrementa con los años, así como incrementa el monto de la póliza.
En realidad el precio de la póliza está basado en la edad, género y estado de salud del asegurado, así como en el riesgo que toma la aseguradora con dicha póliza y el tiempo del seguro. Por ejemplo, una mujer de 25 años, pagará una póliza menos costosa que una mujer de 65 años, aunque ambas tengan aparentemente buena salud. Si se decide por un seguro a 5 años (renovable), le costará menos que si elige una póliza a término de 30 años.
Cuando en 5 años la mujer ya no tenga 25 sino 30 años de edad, pagará la prima correspondiente a una mujer de 30 años, aunque la póliza sea renovable.
Otra opción para el asegurado en el momento que finaliza el término, es la de convertir esa póliza a término, que se termina en x años de emitida (en el ejemplo, 5 años) en otro tipo de seguro, como los permanentes.
En este caso de conversión, la prima aplicable estará determinada por la edad del asegurado, y por ser una conversión no será necesario practicar nuevos exámenes médicos.
Cientos de miles de personas encuentran necesario tener un seguro, aunque se sientan inconformes por tener que pagar año tras año por un seguro que se vence cada cierto tiempo y que nadie desea haber tenido que usar porque entonces significaría que el asegurado ya ha muerto.
Por esto, la industria de los seguros ha ideado un nuevo tipo de seguro en el que se garantiza que si pasa el término del seguro y no han tenido que usarlo (ya que el asegurado sigue vivo y sus beneficiarios no han cobrado indemnización alguna), la aseguradora le devolverá el dinero pagado en primas anuales o mensuales; por supuesto, esta garantía tendrá un recargo sustancial en la prima del seguro de vida.